viernes, 11 de septiembre de 2009

Lonely heart club

No sé cómo empezar... Diré que la conocí sólo cuando ella me lo permitió, de otra forma no fué... Amable, sencilla, risueña, muy capaz, aunque no lo admitía. Me cambió la sola percepción acerca de su belleza exterior, su mundo interior era mucho más cautivador... Era casi perfecta, antes me había pasado que conocí a una mujer maravillosa, pero con la que jamás podríamos haber estado juntos... Yo la amé, la amé hasta el punto de confesarle que era la preferida de todas las que he conocido a la fecha. Incluso de hacerle saber que yo no me intereso en acercarme a ella sin que ella no lo quiera, porque no le interesaba entablar una nueva relación. De todas formas pasó el tiempo, algo que le empezó a escasearle, así que me fué difícil encontrarmela por algún tiempo, pero no fué lo único que pasó en ese tiempo... Sabía desde un principio que no me amaba, pero hay algunas personas que proponen el enamoramiento o la conquista como posibles... Esto lo esperé, hasta que algo mató la ilusión: se puso a pololear con un chiquillo. De él no hablaré... La situación en que me encontré luego no fué muy agradable. Tuve que cargar con un cierto sentimiento de perdedor, de alquien engañado, aún cuando no teniamos más que una amistad... Pero lo peor era que tenía una estúpida esperanza alojada en mi corazón, esa que te hace estar pendiente de no se qué cosa con tal de continuar con el día a día, pensando que ella es el motor de tu vida... Cuando entendí que no cambiaría esa situación, intenté olvidarla. No resulta así de fácil... Que molesto es cuando tienes un cuerpo, una mente que no responden a lo que tu quieres proponer razonablemente... Comprendí que ese camino no me llevaría a ninguna parte, así que busqué una vía que aún hasta entonces era desconocida: traté de odiarla... Si, eso mismo, quería odiar a quella mujer que deshecho todo lo bello, todo lo hermoso que se colocó en mi corazón por causa de ella. Destrozó toda ilusión con su decisión, por lo que yo no tengo motivos para reprocharle, es su decisión, pero es algo necesario si quiero odiarla. Fracasé otra vez... Si en algún momento me necesitó, creo que ya no me necesita, lo ha demostrado en variadas ocasiones... Igual la ayudaré cuando requiera mi ayuda, sigo siendo su amigo, pero las cosas han cambiado, dudo si alguna vez me necesitó... De todas formas no creo que lo haga... Por último, sólo terminaré diciendo que no he conocido todavía alguien que encuentre más maravilloso que ella, pero no pierdo la esperanza (cuando esta esperanza no va supeditada a la decisión de ella, se puede tener esperanza)... Dicen que sólo a quien se ama o se ha amado es capaz de odiarsele, puede ser cierto. Pero yo no pude... No puedo decir que te odio, a mis amigos no los odio... Lo más cierto que puedo hacer y más cercano a la realidad es que nunca dejé de amarte, aún cuando pensé que si (pero ya no es lo mismo, por lo menos no de esa manera ingenua de antes, casi incondicional)...